Por Fausto Fernández Ponte (desde México D.F.)
Dúdase, en esa vena, de la epidemia misma arbitrariamente elevada a la categoría de pandemia, pese a que los hechos no respaldan esa definición, aunque es evidente que los contagios registrados oficialmente carecen de la verificación objetiva y demostrada.
Antojaríasele a no pocos que las reacciones de los personeros panistas del poder político del Estado fue muy precipitada, sin soporte pesquisador ni confirmatorio.
Por supuesto, cualesquieras brotes epidémicos atípicos de un virus al parecer peligrosísimo como el de la influenza porcina --el A-H1N1-- deben ser atendidos prontamente por el poder político todo, reitérese, todo, no sólo el panista, sino también el priísta, perredista y del resto de minipartidos-negocio existentes del Estado mexicano. Sí, pero sin precipitación ni frenesí ni inmadurez e improvisación.
Esa precipitación en la conducta de los personeros panistas del poder político del Estado es sospechosa, pues se aviene más a las premisas, imperativos y paradigmas de una terapia de shock (o choque) recomendada y aplicada por los manes de la filosofía, la ideología y la política del imperialismo y los gobiernos clientes "running dogs", les llaman los chinos, espurios, para dominar a los pueblos y agudizar su sometimiento.
Antojaríase, táctica extrema, pero típica -si no es que prototípica- de sojuzgamiento. Esa táctica es, en realidad, una estrategia pues el objetivo de dominación es claro: crear estados de excepcionalidad que permitan imperar sobre una población dada, sin que ésta busque alternativas a sus dilemas cotidianos. La población, paralizada por el choque, se distrae y pierde así de vista sus prioridades reales.
El tema nos lleva a José Alvarado y José Luis Martínez de la Vega, periodistas legendarios de la vieja guardia de gente del oficio. Ya eran maestros cuando despuntaba apenas el alba periodística de éste escribidor, -hoy en la octava década de vida- que hablaban de un método científico para discernir y analizar la realidad social, económica, política y cultural, entendida ésta como acervo vivencial societal.
Pepe Alvarado, abogado, rector que fue de la Universidad de Nuevo León, escritor de polendas, cronista de vivencias propias y ajenas, aquende y allende México y comentarista avispado de sucedidos cotidianos en el apogeo del semanario Siempre! y en la época áurea del diario Excélsior, solía decir que si se busca con método, se halla lo buscado debajo de las piedras, los ríos y la mar y en los bosques.
Pepe Martínez de la Vega, otro escritor fino, abogado también, y político por vocación ocupacional -que incluso lo llevó a la gubernatura misma del Estado de San Luis Potosí- decía que fue a la vez estípite y puntal de la disímbola y ecléctica cofradía intelectual de amigos y comentadores de José Pagés Llergo en sus empeños editoriales en Siempre!, abanderaba lo que identificaba como el manejo de la duda.
Y la duda era, siempre lo ha sido, desde los exegetas griegos y, tal vez, desde milenios prehistóricos, la virtud de los iconocastlas de nacencia y los descreídos por adquerencia formativa o circunstancial y, por tanto, el camino hacia cualesquiera de las muchas verdades del hombre y sus conductas individuales y sociales y, sobre todo, sus móviles subyacentes y ocultos y los aparentes.
Ambos personajes de hecho, tres, si se incluye al otro Pepe, a Pagés, faros de éste escribidor en su andar personal y profesional como historiador y periodista, eran adherentes con dudas a los valores del entonces sorprendente y admirado en el mundo sistema político mexicano, de no muy común estabilidad y gobernabilidad, propias, decíase, de una democracia dirigida y desarrollo socioeconómico sostenido.
Del maestro Pagés súpose siempre que su adherencia al sistema mexicano era de dientes para afuera, aunque reconocía su singularidad para simular una democracia, enarbolando con hipocresías banderas de la Revolución que, en los hechos, los personeros priístas del poder político del Estado desvirtuaban y traicionaban perversamente. Eran, como decía Miguel Alemán Valdés, revolucionarios de "nylon".
Por supuesto, los personeros priístas del poder polótoco del Estado era, como hoy el panista, represor de dudosos, cuestionadores y pesquisadores sistémicos y metódicos y de discrepantes y disidentes individuales u organizados, aunque, a diferencia de los blanquiazules, los tricolores eran (ya no lo son) más duchos en la duplicidad, la simulación y uso de las tramoyas para crear telones de fondo falsos y engañosos.
Los priístas de entonces, como los panistas de hoy, gobernaban sin un mandato devenido de un contrato social real; eran estafetarios bastardos, pues, de los antiguos revolucionarios, los de las armas y la reconstrucción de un nuevo Estado, cuyas convicciones ideológicas se nutrían de las causas del pueblo y asumían conductas reivindicadoras. Robaban, carranceaban, pero con churriguerías y espejos de humo.
Más había dudantes, lo mismo en el extremo derecho del espectro filosófico, ideológico y político que en el izquierdo, movidos no pocos por el interés partidista. Pero también habían dudantes (como los tres Pepes Alvarado, Martínez de la Vega y Pagés) sin militancia explícita al partido Revolucionario Institucional de entonces, que cuestionaban acciones del poder político del Estado e indagaban acerca de sus motivos.
Dudaban como el apóstol Tomás, hasta no ver, no creer, que tocó en su ateísmo temporal las heridas de Cristo en las manos y, aun así, cuestionaban las apariencias para discernir si éstas eran espejismos o verismos y, aunque una vez discernidas en la percepción, indagaban para confirmar si eran subjetivas u objetivas. Escepticismo, duda y demostración confirmatoria son la base de toda ciencia. Y debe ser de todo ciudadano.
En la Grecia antigua, cuna de la filosofía política democrática de Occidente, era inherente a la democracia misma. Aquí, se sataniza a quienes dudan y cuestionan decisiones del poder político y demuestran sus falacias. En el caso, las dudas crecen sobre los motivos del Espuriato ante la imprecisa pandemia.
Infórmasenos hoy desde París que el Poder Ejecutivo mexicano contrató con una empresa trasnacional de Francia la producción de las primeras 100 millones de vacunas contra la influenza porcina, que estarán listas ¡en seis meses! Ello sugiere un gran negocio para algunos personeros del Calderonato. Las dudas se mutan en sospechas: ¿Quiénes recibirán la proverbial comisión del diez por ciento por ello?
GLOSARIO:
Churriguerías: la parte más adornada y recargada del barroco, implantada por el arquitecto Churriguera. Espuriato: régimen político conformado espuriamente. Personeros panistas del poder político del Estado: se refiere a aquellos funcionarios militantes del Partido (de) Acción Nacional en el poder político, conformado éste por las ramas ejecutiva, legislativa y judicial federales y locales más los ayuntamientos. Personeros priístas del poder político del Estado: referido a los militantes del Partido Revolucionario Institucional en alguna rama federal, local y municipal del Estado mexicano. Shock, terapia del: técnica psiquiatrica extrema desarrollada en Alemania de 1934 a 1939. En los setenta y ochenta, el economista estadounidense Milton Friedman la propuso como tratamiento para establecer un nuevo orden económico inspirado en el neoliberalismo. Naomi Klein, escritora y periodista canadiense, en un libro intitulado "La terapia del shock y el capitalismo del desastre", describe las prácticas de algunos gobiernos adheridos a la filosofía del neoliberalismo para implantar nuevas formas de organización económica favorables a los intereses de los grandes consorcios trasnacionales de Estados Unidos, inspiradas en los siniestros ejercicios del psiquiatra canadiense E. Cameron, de aplicar cócteles de drogas y electrochoques a pacientes para borrar todos sus comportamientos e imbuirles en sus mentes paradigmas de conductas más afines a los intereses de la cultura prevaleciente.